jueves, 1 de octubre de 2009

The New York Times defiende el toreo como un valor que representa la diversidad cultural

El diario The New York Times publica, en su sección de arte, un amplísimo trabajo dedicado a los festejos taurinos del pasado fin de semana en Barcelona y a la repercusión de la iniciativa legislativa popular que se debatirá en el Parlamento. El reportaje, firmado por el crítico de arte del diario, Michael Kimmelman, aborda todos los puntos de vista.

El autor asegura que "José Tomás todavía atrae multitudes. Para los aficionados es la última y mejor esperanza para el toreo, como se llama la tauromaquia. Solitario, es un torero de la intrepidez sobrenatural y tranquila, llena de historia y misterio, que se retiró en 2002, a los 27 años y la altura de su fama, sólo para regresar de forma inesperada cinco años más tarde en Barcelona para lo que resultó la primera vez en veinte años que se vendieron los 19.000 asientos de la Plaza Monumental"

Kimmelman hace un análisis de la situación actual: "En los últimos tres decenios, la disminución de interés entre los jóvenes catalanes se ha combinado con la presión de los defensores de los derechos de los animales y de los nacionalistas catalanes a paralizar toreo en Cataluña. En las cuatro provincias de la región se han cerrado plazas de toros; Barcelona es la única que sigue activa".

Sin embargo, no siempre fue así: "Lo que está claro es que durante los primeros años del siglo pasado, en Barcelona había no menos de tres plazas de toros. Es la meca de los aficionados. Hubo más corridas aquí desde la década de 1920 hasta la década de 1960 que en cualquier otra ciudad española".

Michael explica en el diario más importante del mundo que "el toreo es una cuestión de patrimonio cultural español, dicen los aficionados. Europa podría unirse en torno a intereses comunes sociales y económicos, pero las culturas nacionales deben ser respetadas, y el toreo representa la diversidad cultural".

En el reportaje se ofrecen también testimonios. Uno de ellos es el del escritor Robert Elms, británico especializado en viajes, quien asegura que "en un momento en que Europa es cada vez más grande y más multicultural, Barcelona es cada vez más pequeña y catalana. Es la vanidad, esa es la única palabra".

Vanity habla de una cultura de la inseguridad nacionalista "La posible prohibición es similar a una ley aquí que requiere a los escolares a recibir la mayor parte de su educación en catalán, no español".

También se ofrecen testomios de Paco March, crítico taurino de La Vanguardia, quien confiesa que los compañeros de su hija, de 15 años, la llaman fascista porque tiene una foto con un torero pegada en su cuaderno. "Siento rabia que en nombre de la democracia -explica March- una minoría de opositores del toreo podría borrar los derechos de otra minoría, los aficionados, que están disfrutando de lo que hay en este país, un espectáculo legal que expresa verdades profundas sobre la vida y la muerte llevados a sus extremos. "

March concluye asegurando que "queremos ser diferentes del resto de España por no matar a los toros", dijo. "Pero sólo estamos matando a nuestra propia cultura".

Pase lo que pase en la tramitación en el Parlamento, el Kimmelman explica con claridad que "sería un error concluir que el fin de las corridas de toros aquí anuncia su prohibición en toda España. Esta es una presión que España siempre ha resistido desde el Parlamento Europeo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para poner fin al toreo. ¿Qué le pondrá fin, en todo caso, la indiferencia pública, la competencia más barata de entretenimiento como el fútbol y los juegos de vídeo o el paso de una generación de aficionados?".

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