"Andaluz", un toro de 430 kilogramos procedente de Gallur (Zaragoza), ha sido este año en la plaza mayor medinense el continuador de una tradición milenaria que hunde sus raíces en ritos celtibéricos y que está documentada desde el siglo XVI en el Archivo de los Duques de Medinaceli.
La actual corporación medinense ha iniciado la tramitación para conseguir que el toro jubilo obtenga el reconocimiento de la UNESCO y proteger más esta tradición, que en celebraciones de otros años ha venido acompañada de protestas de colectivos antitaurinos y que este año solo ha tenido como incidencia el "colapso" de los correos del Ayuntamiento, con mensajes la mayor parte procedentes desde el extranjero, en especial Brasil, según ha explicado a EFE el alcalde de Medinaceli, Felipe Utrilla.
"Por supuesto que no podemos escatimar cualquier posibilidad que tengamos para proteger el toro jubilo", ha reconocido tras recordar que desde el año 2002 cuenta con el respaldo de la Junta de Castilla y León, que lo declaró "espectáculo taurino tradicional", al estar documentado que esta tradición tiene más de doscientos años de historia.
El toro jubilo -de sacrificio jubilar y jubileo, nunca de júbilo- está encuadrado etnográficamente en el grupo de armazones que simulan toros de fuego y los toros embolados de las cuencas del Jiloca y Turia, así como los de la aragonesa del Jalón y algunas poblaciones de Teruel.
Williams Cárdenas, presidente de la Asociación Internacional de Tauromaquia, ha explicado hoy en una conferencia los pasos que tiene que dar Medinaceli para conseguir que el toro jubilo sea Patrimonio cultural Inmaterial de la Humanidad.
En declaraciones a EFE ha asegurado que el trámite iniciado por Medinaceli es el inicio de un camino que permitirá "brindar y proteger" todas estas expresiones culturales que tienen al toro como protagonista y que, en muchas ocasiones, como Medinaceli, "tienen un valor etnológico extraordinario".
"La tauromaquia en un sentido amplio cumple todos los requisitos previstos por la UNESCO", ha señalado.
Cárdenas ha subrayado que la aprobación en el Ayuntamiento de solicitar para conseguir esta declaración supone ya una protección, un paso al que tienen que seguir el reconocimiento de la tauromaquia como patrimonio cultural y, finalmente, su incorporación en las listas representativas del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.
"Hasta llegar a esa última expresión será un trayecto largo, pero lo importante es que, desde el punto de partida, el elemento cultural queda protegido por la convención de la UNESCO", ha subrayado.
Como en los años anteriores, una veintena de mozos medinenses han repetido al filo de la madrugada la tradición heredada de sus mayores, sacando ensogado a "Andaluz" desde los toriles y amarrándole en un poste colocado en la plaza Mayor.
Los jóvenes han procedido después a colocarle al toro, en su testuz, el armazón de hierro y le han colocado las bolas de pez, elaboradas previamente con estopa, aguarrás y azufre.
Para evitar quemaduras, los mozos han embadurnado con barro a "Andaluz", le han protegido con una gamella encima de los cuernos, segundos antes de prender las bolas con una antorcha y liberarle de su soga.
El toro de fuego ha acudido a la cita de los mozos peinando la plaza, presidida por cinco luminarias encendidas que representan a los cinco mártires de los Cuerpos Santos (Arcadio, Provo, Pascual, Eutiquiano y Pablito), patrones de Medinaceli.
Las carreras del astado se han prolongado en torno a media hora, el tiempo que ha durado encendida la cornamenta artificial de fuego.
El Archivo de los Duques de Medinaceli recoge que el rey Felipe III y su esposa, tras su luna de miel, presenciaron en la noche del 2 de diciembre de 1559 esta fiesta desde el balcón del Palacio Ducal, una época en la que el toro jubilo se organizaba varias veces año para disfrute de personajes ilustres.
La tradición se trasladó a finales del siglo XVIII o principios del XIX a la noche del 13 de noviembre o la más próxima a la festividad de los Cuerpos Santos, patrones de Medinaceli.
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