Castellón ha abierto este fin de
semana su temporada taurina aunque, lejos de los trajes de luces y el folklore
de los ruedos, aquí las plazas más populares son las de los pueblos. La
provincia reivindica su título de ser la más taurina de España y lo celebra,
como manda la tradición, con el 'bou al carrer'. Un festejo tan arraigado en la
cultura festiva de algunos pueblos que merece, incluso, la protección de Bien
de Interés Cultural. Vila-real, Almassora, la Vall d'Uixó, Onda... prometen
cada año más y mejores astados y las peñas se vuelcan en cada evento,
defendiendo su fiesta a capa y espada.
Pero sin sol no hay sombra, y en
el mundo del 'bou al carrer' no es oro todo lo que reluce. Pese al incremento
paulatino de festejos -y pese a que este año la previsión roza las cifras del
año pasado- la crisis azota a ayuntamientos, particulares y, sobre todo, a los
ganaderos.
Y es que a las dificultades
económicas se suman también las cada vez más duras medidas sanitarias impuestas
por el Consell y que llegan a ahogar a muchos negocios. Mientras, el conseller
de Gobernación viaja por toda la Comunitat recordando las medidas de seguridad
impuestas para este tipo de festejos a ayuntamiento y, especialmente,
aficionados. La inconsciencia y la muerte no deben ser parte de la fiesta.
En lo que sí coinciden todos los
ámbitos implicados en el sector, es en que para esta temporada el número de
toros se mantiene, aunque el precio de cada animal sigue a la baja.
Como bien explica José Manuel
Piquer, de la finca Sanchis Piquer, «la gente tiene cada vez menos dinero y,
aunque quieran, no pueden pagar tanto por un toro». Un extremo que corroboran
también desde la finca La Calderona y desde la ganadería Germán Vidal.
Han logrado, eso sí, solucionar
en parte el problema de las deudas. Ya en muchas ocasiones las ganaderías han
dejado patente que, a diferencia de muchas peñas que «ahorran, vienen a por el
toro y lo pagan», las administraciones no son buenas cumplidoras.
De hecho, Germán Vidal explica
que «del año pasado todavía nos deben un porcentaje muy elevado, pero esperamos
recuperar el dinero con el plan de pagos a los proveedores promovido por el
Gobierno central».
De todos modos, este no es el
único problema administrativo al que se enfrentan las ganaderías. Vidal, por
ejemplo, habla con el 'corazón' partido entre consellerias, pues mientras
Gobernación extiende su manto protector sobre el mundo del toro y de la fiesta,
en Sanidad les han puesto las cosas más difíciles.
«Sufrimos más restricciones para
circular por dentro de la Comunitat que por fuera y están arruinando a muchas
familias» asegura el empresario, poniendo como ejemplo que la semana pasada
«dos ganaderos tuvieron que cerrar sus explotaciones por nimiedades».
Para Vidal, aún siendo
imprescindible una política sanitaria, la lupa con la que están mirando a las
explotaciones ganaderas «no le hace mucha gracia», y considera que hay
apartados «excesivos» en una normativa «que se aplica ahora con muchísima
dureza, aunque sea para cosas irrelevantes».
El principal problema, dice, es
que si cierran una ganadería en septiembre, es duro, «pero sí lo hacen ahora en
mayo, la familia ya no tiene nada que hacer». «Te cierran cuatro o cinco meses
y te puedes olvidar de toda la temporada. Es una ruina», lamenta.
También desde la finca La
Calderona ratifican la situación. Así pues, Óscar Usó apunta que «hay un
proyecto nuevo pero no se está llevando a cabo por la escasez económica. Es un
tema muy complicado y aún hay que pulirlo, pero nosotros hemos propuesto varias
alternativas al régimen sanitario y no se nos ha hecho caso».
Mientras tanto, adaptan su
negocio al temporal económico. Ajustan precios, equilibran las cabezas de la
ganadería y tratan de que las cuentas salgan positivas. «De momento, este año
vamos bien, más o menos igual que otros y esperamos que el número de toros se
mantenga, aunque la calidad bajará», afirma Usó.
Los toros de calidad, los más
caros, se reservan para gente que va ya con las ideas claras. «Gente que ha
estado ahorrando tiempo para poder costeárselo y celebrar una fiesta o algún
evento especial. Vienen eligen el que quieren y lo pagan», detalla.
Y es que los buenos, cuando los
ven, los compran. Pero, ¿cuánto vale un toro? Entre 1.800 y 5.000 euros. Todo
dependiendo de su fuerza, su apariencia o su calidad. En cambio, mantenerlo
cuesta, desde que nace hasta los cuatro años, entre 3.000 y 3.500 euros,
asegura Vicente Nogueroles, miembro de la Federació de Penyes Taurines de Bous
al Carrer.
Los precios finales, sin embargo,
siguen a la baja, y las ganaderías en pleno ajuste. Como dice Vidal, «cada uno
hace lo que puede, como en cualquier otro negocio». La premisa, por lo visto,
es 'adaptarse o cerrar', así que muchos optan por tratar de complacer a un
cliente que, en la mayoría de las ocasiones, busca el mejor precio.
Eso sí, según alega Nogueroles,
«la gente del mundo del 'bou al carrer' se moja siempre». «Siempre intentamos
buscar el mejor hierro», afirma. Y eso que también las peñas pasan por
dificultades desde que las subvenciones municipales «han bajado a la mitad.
«Ahora solo nos dan lo justito, así que el resultado final depende de la
cartera, y de la afición», indica.
La provincia de Castellón es
tierra de contrastes ,y en el mundo del toro, no iba a ser menos. Este año,
mientras la falta de presupuesto deja sin actos taurinos las fiestas del Carmen
en Burriana, la Vall d'Uixó ha presentado esta misma semana un ambicioso
programa para Les Penyes en Festes que incluye, ni más ni menos, que tres
encierros de cerriles y una cita con los mejores hierros nacionales.
Unión y protección
El reto ahora, para Nogueroles,
es poder reunir a todas las peñas taurinas en la federación «para ser más
fuertes y contar con más apoyo». Aunque lo cierto es que este colectivo trabaja
ya codo con codo con la Conselleria de Gobernación en temas como, por ejemplo,
la siempre cuestionada seguridad.
«Hemos logrado que se haya encauzado
el tema, y los aficionados somos los primeros que estamos a favor de que se
impongan sanciones y medidas contra la gente que no respeta la fiesta». Así, el
castellonenses agradece que el año pasado se diera «ya mucha caña al tema del
alcoholismo y de los menores», destacando que también este año será muy
importante la formación de los voluntarios.
«No se puede consentir que se
ponga en peligro a la gente. La seguridad es lo primero para todos y, si pasa
algo, quienes nos llevamos la mala imagen somos nosotros», asevera Nogueroles.
También Modesto Martínez, miembro
de la Federación de Penyes, se muestra «satisfecho» por la cantidad de festejos
taurinos que se celebrarán este año en las calles de toda la provincia. Una
afición que, como mínimo, merece la protección que busca darle el Consell.
Y es que si hay algo de lo que
todo el mundo se congratula es de que la Generalitat abriese en febrero el
expediente para declarar el 'bou al carrer' Bien de Interés Cultural. De
momento, tal y como informan desde la Conselleria de Cultura, «Patrimonio sigue
los trámites normales y todo se mantiene según los plazos previstos», con lo
que los festejos podrían obtener la distinción este mismo verano.
Un proceso que también han
apoyado desde municipios como Onda, la Vall, Burriana o Almassora al solicitar
en sus plenos la protección de la fiesta, una fórmula que para el concejal de
Almassora, Arturo Soler, «ayudará a preservar una expresión histórica, singular
y propia».
Eso sí, en Onda fueron más allá y
plantearon llevar a la Unesco el 'bou al carrer' para convertirlo en Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad, porque «es un hecho cultural que no puede
desvincularse de nuestra historia y nuestras tradiciones», aseveró entonces el
alcalde, Salvador Aguilella.