Encierro Vila-real

La ciudad de Vila-real celebró su tercer encierro con toros cerriles por todo lo alto pese a los difíciles momentos que vivimos y que han condenado eventos similares en poblaciones vecinas.

A las 8.00 horas exactas de reloj y ante la expectación de miles de aficionados, muchos de ellos procedentes de otras partes de la provincia, y de otros puntos de la Comunitat, estalló el cohete que anunciaba la salida de los morlacos desde los corrales de la calle San Juan. La manada formada por los toros de la ganadería de El Serrano, todos ellos de presentación aceptable y de pelajes variados, empezó la carrera a una velocidad bastante considerable.

A medida que avanzaban los metros se sucedían los derrotes y uno de los astados quedaba rezagado. Con este panorama la entrada se complicó por momentos, pero en el tramo de la avenida Pío XII, donde más corredores había, la torada se estiró y permitió buenas y bonitas carreras. En este tramo es donde el astado retrasado causó algunos problemas, pero todo quedó solucionado por el buen hacer de la organización y de los aficionados.

NORMALIDAD La entrada a la plaza por parte de la manada principal transcurrió con total normalidad, ya que las reses iban muy bien arropadas por la parada de cabestros de El Castell. Sin embargo, uno de los animales no quiso coger la puerta de corrales y quedó danzando a la espera de su hermano atrasado, lo que si provocó unos instantes de peligro y tensión por saber si decidía hacer el recorrido en sentido contrario. Finalmente los toros quedaron enchiquerados y se dio paso a la limpieza del recinto para la prueba de dos de los ejemplares de El Serrano.

Durante el encierro, el equipo médico formado por un hospital de campaña y seis ambulancias atendieron contusiones de diversa consideración, siendo un joven de Sant Joan de Moró el peor parado al ser arrollado por un cabestro en la avenida Pío XII.