domingo, 26 de julio de 2009

Primero de Tudela. Encierro "interruptus"





¡Esto solo pasa en Tudela! Esta fue la frase más repetida entre corredores y espectadores que acababan de asistir al primer encierro de las fiestas de Santa Ana celebrado ayer dia 25 de julio, muchos de los cuales se fueron decepcionados por un espectáculo que quedó a medias.

La culpa la tuvo la tozudez de un toro rezagado y, sobre todo, la decisión del ayuntamiento de permitir que regresara al corral del que había salido sólo 10 minutos después del inicio de la carrera y sin haber completado ni el primer tramo del trayecto.

El encierro estaba deslucido desde su inicio. Como estaba anunciado, la manada sólo la formaron cuatro toros de Esteban Isidro, ya que la corrida era mixta y los dos morlacos reservados a Hermoso de Mendoza se encontraban en los corrales de la plaza.

Pero lo que verdaderamente deslució el encierro comenzó a fraguarse nada más dar inicio la carrera. Primero aparecieron cuatro cabestros en solitario y, unos metros más atrás, otros dos dirigiendo a tres de los cuatro toros. ¿Dónde estaba el cuarto? La gente chillaba: "¡falta uno!", pero no aparecía, hasta que, medio minuto después llegó Puritano, un negro meano de Esteban Isidro que no se sabía si estaba despistado o quería guardar fuerzas para la corrida.

Como dando un paseo por el centro de la calle, fue arremetiendo contra ambos lados del vallado, y llegó a levantar unos 40 centímetros un poste del vallado en la curva con Camino Caritat. Hubo suerte y la madera aguantó, porque de lo contrario se podía haber vivido una situación límite.

A partir de entonces, Puritano se hizo el amo de la cuesta de la Estación. Arriba y abajo, arriba y abajo, derrotando al vallado, intentando embestir a mozos, aunque sin lograrlo. Eso sí, hubo un momento crítico cuando el toro se fijó en un corredor tumbado en el suelo. Un policía municipal tiró de él por debajo del vallado y evitó problemas mayores.

La lucha de corredores y pastores por intentar que el toro siguiera el recorrido fue infructuosa y aparecieron los dos cabestros de cola. Muchos pensaban que eran la solución, pero Puritano pasó de ellos, mientras seguía calle arriba y calle abajo. Los operarios municipales cerraron la puerta de la calle Frauca para evitar que volviera a los corrales y el toro intentó vengarse arremetiendo contra ella. Quería volver a los corrales, pero no le dejaban. Poco a poco, decenas de mozos iban llegando de otros tramos para ver qué pasaba.

Los pastores lo intentaron por última vez volviendo a los cabestros, pero el toro los recibió con violentas embestidas. El ayuntamiento zanjó el asunto: abrió la puerta de la calle Frauca y Puritano volvió a los corrales ante la incrédula mirada de los corredores. Le quedaba un último viaje: en camión a la plaza de toros.

Pero el encierro tuvo otros momentos de peligro, el más importante en la avenida de Zaragoza. Los tres toros que completaron el encierro llegaron a este punto juntos y pegados al vallado derecho. El que encabezaba el grupo derrotó a la derecha y se llevó por delante a un grupo de mozos, estando a punto de empitonar a uno de ellos, que fue lanzado contra el vallado sin mayores consecuencias. Otro de los corredores cayó al suelo y le pasaron por encima los animales.

El herido fue J.M.L.A., tudelano de 47 años, quien fue trasladado al hospital con un traumatismo en el pie izquierdo. El corredor recibió el alta durante la mañana.

Crónica y fotografías extraidas del Diario de Navarra.

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