Estos juegos con los toros sin la muerte del animal habían estado ámpliamente extendidos por toda Cataluña. La pervivencia actual en algunas fiestas del norte del Principado y también en numerosas comarcas vecinas, como las occitanas, no es otra cosa que una reminiscencia y un claro indicativo de aquella ancestralidad.
Conocemos la abundancia del toro salvaje desde el fin del Paleolítico hasta el Neolítico, y la existencia de su culto durante la edad de bronce ibérico y de su sacrificio religioso por parte de los celtíbero, el juego con toros en las tierras catalanas tiene antecedentes más próximos en las costumbres que Roma practicaba en esta y otras áreas de su Imperio.
Posteriormente, tanto los árabes como los cristianos lucharon contra el toro en los territorios de la Península Ibérica. Probablemente este origen es fruto de un préstamo cultural, vinculado a las celebraciones paganas -entre las cuales deberíamos añadir las cretenses-, fue la mecha que encendió los primeros debates entorno a la moralidad de esta tipología de festividad y sobre la idoneidad de su vinculación con las celebraciones cristianas, a pesar de que entre las filas de la iglesia habían existido grandes partidarios de los juegos con los toros, como el obispo Eusebio de Barcelona s.VII.
Plaza de toros de Olot |
Con la primera estructuración de las celebraciones patronales que se producen a la Baja Edad Media (s. XIV-XV), la fiesta de los toros comienza a vincularse, paralelamente a su uso en las celebraciones aúlicas o cortesanas. A finales del s. XVI las fiestas votadas en que precisamente una comunidad decidía correr los toros eran tan comunes y abundantes, que la iglesia se replanteó su idoneidad. El 1567 se promulgó la bula papal "De salutis gregis dominici" del Papa Pio V contraria totalmente al juego con toros. Su popularidad era tan grande, que el rey español Felipe II intercede ante el Vaticano. Las relaciones internacionales entre el Estado Español y la iglesia y el apoyo decidido en la batalla de Lepanto, acaban flexibilizando la postura papal de la prohibición, que finalmente es levantada por Gregorio XIII el 1575. En los años posteriores, la posición papal será variable, pero la decidida utilización de los juegos con toros durante la España de los Austrias en el s. XVII reafirmará estas festividades. Es en aquella época cuando en Cataluña se tienen noticias históricas de juegos con toros en cuerda. El año 1636 en Olot se tiene constancia de los animales que son dejados libres por las calles y corrían ensogados. Dicen los documentos de Olot: corregueren lo dit brau sens corda en la Plassa. La cita nos indica, a la vez, que los toros en cuerda eran también una práctica común en la villa.
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