Los casi siete minutos que duró el encierro de ayer fueron una completa locura, desde cuando se abrió la puerta del corral, ya que los pastores tuvieron que azuzar al ganado que no tenía la menor intención de emprender la carrera. Los astados de la ganadería Hnos. Marcén, que tardaron dos minutos y cuarenta segundos en completar el recorrido, enfilaron el trayecto ya separados. Uno de los novillos tomó la delantera mientras que un astado colorado quedó rezagado.
Este último animal, que ya había causado algún problema en el encierrillo de la madrugada, llegó a la curva de la farola rezagado y sobre la acera, causando gran peligro. Tras él, sólo marchaba el manso extra con el que contó el encierro de ayer, más lento y viejo que los demás. Para cuando los astados enfilaron la avenida Sangüesa, ese cabestro ya se había quedado definitivamente atrás, a gran distancia.
Los animales atravesaron esa recta con rapidez, excepto el último, que derrotaba a ambos lados, creando escenas de peligro. Una de ellas fue cuando estuvo a punto de empitonar al tafallés Roberto Alamán. "Vi que se levantaba porque le habían arrollado alguno de los primeros toros y entonces le grité que se fuera a la derecha. Somos amigos desde pequeños, conoce mi voz, y rodó como una "croquetilla", esquivando por muy poco al toro", explicó el pastor Javier Sota. En esos últimos metros es donde se vivieron más sustos y caídas.
Un manso desató la confusión
Pasados dos minutos y medio, la manada entró en la plaza de toros. Entraron todos los astados y todos los bueyes. Menos uno. Y el primer cohete avisando de la entrada de la manada en la plaza explotó. El que quedó fuera era el manso extra que hubo que sacar en el encierrillo. Éste se dio un paseo por el callejón de la plaza y salió por la puerta que hay al lado de la enfermería. Finalmente, fue reducido entre cuatro pastores.
Este cabestro provocó momentos de confusión y tensión entre las personas que, pensando que todos los animales estaban dentro, se encontraban en el interior del recorrido. Incluso las asistencias se encontraban atendiendo a un herido en el último tramo. Finalmente, no hubo que lamentar ninguna consecuencia. "Este buey es mucho más lento que los demás, pero también es el más manso de todos, le damos incluso de comer pan de la mano. Por eso, no ha habido casi peligro. Si esto sucede con otro animal, hubiera sido mucho peor", aseguró el pastor Waldo Pérez.
El encierro de ayer fue también fue el que más mozos llevó a la enfermería de la plaza. En total, se atendió a siete personas, la mayoría con pronóstico leve. Aún así, hubo dos traslados. Uno de ellos, un tafallés de 37 años, fue trasladado al centro de salud de Tafalla "con posible fractura en la parrilla costal de hemitórax izquierdo". Asimismo, Roberto Alamán, tafallés de 24 años, fue conducido en ambulancia al Hospital de Navarra. Berly Núñez, cirujano de la enfermería de la plaza, explicó que presentaba "una fractura abierta de cúbito y radio en el antebrazo derecho". Pese a ello, el joven abandonó la enfermería demostrando un buen sentido del humor y bromeando con los sanitarios de Cruz Roja.
Crónica y fotos extraidas del Diario de Navarra
No hay comentarios:
Publicar un comentario