Se levantaron mirando al cielo y siguieron sin perder de vista lo que sucedía arriba durante el día. No lucía el sol a primera hora de ayer en Almassora y algunas nubes amenazaban con aguar una jornada que, a priori, prometía ser de las de pañuelo blanco.
El penúltimo día de la Feria Taurina del Roser tampoco consiguió que el ciclo alzara el vuelo tras seis jornadas regulares en las que se han visto más detalles que grandes triunfos. Sin embargo, la Vila registraba un lleno propio de las tardes de gloria. Los culpables, tres astados pertenecientes a los hierros andaluces de Joaquín Núñez del Cuvillo, La Martelilla y Guardiola Fantoni y siete peñas.
Campanerito tocó palmas y abrió la tarde. El astado gaditano, negro mulato y marcado con el número 205, salió a la plaza con brío, luciendo en su lomo la divisa de Cuvillo. Se fue a las calles donde dejó algún detalle y lo siguieron de cerca sus patrocinadores, El Racó, T’Empujen y El Perico.
Los de El Duro, Revolcó y Massa Caldo respiraron aliviados cuando Nadacalza pisó la Vila. Negro listón y con buenas velas salió de la plaza Mayor para desembocar en la Picaora, donde le esperaban numerosos rodadores foráneos que acudieron a la localidad.
La tarde se teñía de rosa y albero para acoger al tercer astado. Barbado se asomó por la puerta pequeña del antiguo ayuntamiento y la plaza lanzó un Olé! por la espectacularidad de la res de Guardiola Fantoni adquirido por la ACT Aficionades Taurines d’Almassora en su primer aniversario. Negro, bragado y meano, lo que más llamó la atención era su cara, armada con dos cuchillos. El animal plantó cara a los rodadores y metió riñones en cadafals y talanqueras dejando tras de sí destellos de bravura, aunque no se empleó en los recortes.
Crónica: Patricia Rodríguez
Foto: Bous al Carrer
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