Se cerraron las puertas de los chiqueros y enmudeció la Vila. Almassora clausuró ayer la Feria Taurina del Roser tras una jornada de emociones fuertes en la que la fiesta, caprichosa, se empeñó en mostrar sus dos caras.
La salida del Luis Algarra, el bou del poble, presagió una tarde de gloria y laureles. Borja Gimeno reapareció en la Vila y firmó varias rodadas en la plaza Mayor, donde el ejemplar, de color negro y buenas hechuras, se empleó. Comadrejo no se escondió y paseó por las calles hasta que pisó de nuevo la arena y se vino arriba. Toro bravo que se arrancaba de largo al cite y que embestía con clase y repetía a la muleta de Chamaco. Tuvo movilidad sobre el asfalto saludando al respetable pero a su vuelta a La Picaora se hizo peligroso, momento en el que dio un susto a Quintanilla, que, por suerte, se quedó en un varetazo y no pasó a mayores.
Volvía el hierro de Aurelio Hernando y con él las esperanzas de los aficionados. Fraile, de las peñas La Kripta y L’Arrastre, también tuvo maneras y desarrolló sentido durante su lidia en la que dio arreones peligrosos. Fue también en la plaza de La Picaora, donde tuvo lugar el segundo sobresalto de la tarde, que podía haber terminado en tragedia si se tiene en cuenta la espectacularidad de la cogida. Á. G., vecino de Almassora, recibió un puntazo en la zona de la ingle, según fuentes oficiales, al ser volteado de malas maneras después de la rodada y de no poder entrar en el cadafal.
El tercer susto llegó antes del tercer toro, puesto que uno de los mansos embistió a un aficionado. A posteriori, un José Luis Pereda cerró la tarde dejando buenos detalles. Listo, de El Rollet, L’Aberració, La Fuga, El Roser, L’Emboscà y La Travessa, permitió el lucimiento de los recortadores, sobre todo en los quiebros y se dejó ver por las calles.
Informa: Patricia Rodríguez
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