'Talador', el Toro Enmaromado 2011, no llegó a completar la carrera por las calles de Benavente en el día central de la Semana Grande de las fiestas que llevan el mismo nombre y que marca el final de una cuenta atrás y el inicio de la siguiente para gran parte de los habitantes de esta población del norte de Zamora. «Cuando éramos menos corredores esto lo hacíamos de otra forma. Había más metros libres para que el toro respirara y salía mejor pero la fiesta benaventana hoy es de calado internacional y viene mucha gente de todas partes a correr el toro», comentó en declaraciones a la agencia Ical el alcalde de Benavente, Saturnino Mañanes, cuando el astado ya había sido metido en un cajón a la espera de su traslado al matadero. «Tal vez mucha gente que corre en otros espectáculos también de cuerda o en encierros y recortes utiliza técnicas que no son las aconsejables para el Toro Enmaromado», añadió.
Miles de benaventanos y de visitantes siguieron el recorrido del Toro Enmaromado, que comenzó puntual, justo a las siete y media de la tarde, en coincidencia con el estampido de la tercera bomba lanzada a intervalos de quince minutos, como dicta la tradición.
'Talador', un toro de 540 kilos de la ganadería salmantina del Montalvo, salió del toril sin que se produjera ningún incidente grave, salvo las habituales caídas.
El astado, dirigido por un centenar de mozos que portaban la maroma de 120 metros, se paró pronto en las proximidades de la Plaza Mayor. El primer tramo, en el que el toro empleó doce minutos, el doble de lo esperado, llevó a una breve parada de cinco minutos en la céntrica y abarrotada plaza de la Madera, donde está la primera argolla. Allí se produjo el primer sobresalto para dos de los mozos menos avezados, cuando 'Talador' arrancó súbitamente y les produjo contusiones leves.
'Talador' comenzó a hacerse el remolón, con esporádicos arranques de pocos metros, lo que hizo temer a los presentes el fracaso de la carrera, ya que la parada no prevista superó los tres cuartos de hora. Según la ley no escrita, cuando el toro se encuentra en pleno recorrido una hora y media después de la salida, se toma la decisión de recogerlo en un cajón y de trasladarlo al matadero para su sacrificio.
A las 21:15 horas el toro ya había sido metido en un cajón. «La mitad de los años llega y la otra mitad no, aunque es cierto que no ha llegado en los últimos cuatro años y que solo ha llegado dos veces de los últimos once», indicó Mañanes.
Informa: Norte de Castilla
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