En el macizo oriental de la sierra de Gredos, se encuentra el famoso conjunto escultórico de Los Toros de Guisando. Su origen es Veton (s.III a. C.), pueblo de origen celta, eminentemente ganadero, que poblaba las provincias de Ávila, Salamanca y Portugal antes de la llegada de los romanos a la Península Ibérica. Son numerosas las representaciones en piedra de tosco de berracos (más de 400), aunque suelen presentarse de forma más aislada, todos lo contrario que en El Tiemblo, donde al menos contamos con cuatro ejemplares, ya que hasta el siglo XV eran cinco las figuras que se levantaban sobre la losa.
El conjunto está formado por cuatro esculturas de toro de dimensiones considerables, miden más de 2,5 metros de largo y 1,6 metros de altura. Están labradas en granito, aparecen alineadas con sus cabezas hacia el oeste, ofreciendo alguna de ellas agujeros para insertar los cuernos y suaves surcos paralelos para indicar los pliegues del cuello.
Estas esculturas han sido testigos de acontecimientos históricos como el nombramiento de Isabel La Católica como reina de España, allá por septiembre de 1468, y aparece citado en El Quijote o en un poema de Federico García Lorca a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías.
Seguramente la función de estas representaciones era indicar y proteger los campos en los que estaban clavados. Probablemente en época romana, los toros se encontraban distribuidos por los pastos y fueron reunidos para formar parte de un monumento conmemorativo, como parece atestiguar la inscripción latina de uno de ellos: Longinus prisco calaetico patri fc.
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