Copio y pego el artículo de Ramón Bellver en la web de Aplausos.
"Llegamos a los últimos meses de temporada, voy haciendo balance de lo visto y solamente me preocupa una cosa, los tiempos cambian, y la fiesta de los toros en las calles también, y casi siempre para mal.
No quiero ser pesimista, ni decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la triste realidad es que se pierden los valores, esos que aprendí sin que nadie prácticamente me los explicara, porque eran evidentes, esos que definen a una persona como rodador o como maltratador de animales. ¿Dónde quedaron los principios de que a la vaca más brava tenías que rodarla al menos una vez, de que a los toros cerriles se les quebraba a cuerpo limpio, y si se ponían imposibles, utilizabas una chaqueta como complemento, no como arma? ¿Dónde quedó el darle salida a los toros en una "rodà" para que te hiciesen hilo y así aliviarlo y darle confianza para que fuese a más, al mismo tiempo que lucías al animal? ¿Dónde quedó el respeto por los aficionados mayores? ¿Dónde quedó la imagen de un rodador en plenas facultades delante de un toro y con con un porro en una mano y la cerveza en la otra? Todo tiene su momento, y desde luego, delante del toro eso es delito y un mal ejemplo para los más jóvenes que intentan iniciarse en esto.
Ahora un toro se hace famoso por las cogidas que propina, no por su comportamiento en el ruedo, y un rodador es mejor si le pega siete quiebros con chaqueta seguidos y en el asfalto afirmando que "pa que los revienten los de fuera lo hago yo".
En general, las plazas de toros siempre han sido un reflejo del estado de la sociedad, y en las calles, el comportamiento del pueblo define mucho la localidad en la que viven. Y eso es lo que más me preocupa, porque villas que, taurinamente hablando, se definían por el saber estar de sus gentes, tanto público como aficionados, van en decadencia. Menos mal que aún quedan buenos ejemplos, buenos pueblos que mantienen su personalidad, buenos rodadores que se salvan de la quema, buenas cosas con las que mantener la afición al toro de calle.
Tal vez la pregunta correcta no sea ¿dónde estamos?, sino ¿hacia dónde vamos?. Que cada cual reflexione con lo suyo, pero si que hay una verdad imperativa, algo que nunca se podrá perder, y es que el toro es el que realmente pone a cada uno en su lugar."
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