Dicen que los toreros son rivales en el ruedo y amigos fuera de él. Así ha quedado patente tras la trágica cogida de Juan José Padilla el viernes en Zaragoza que conmocionó a todos los estamentos del mundo del toro. Cruz de la fiesta que, por contra, es capaz de sacar su cara más amable.
Y así lo demostraron ayer Aficionats al Bou y Aficionades Taurines sobre la arena de Almassora en la última jornada taurina de las fiestas de la Mare de Déu del Roser. Los de negro y las de rosa compartieron paseíllo a pesar de que la tarde no anunciaba un mano a mano, puesto que el cartel incluía al Bou del Poble.
El de Santi Domecq, bien presentado, abrió la tarde y fue recibido por Borja Gimeno con química en la plaza Mayor. Sin embargo, Dormidero se alió con los corredores de encierros y se dedicó a corretear recinto arriba, recinto abajo para su deleite y el de los aficionados de balcón y burladero. La rivalidad llegó cuando Bocinero salió de los chiqueros pasadas las 18.30 horas. Odilo le dio la bienvenida al Salvador Domecq, marcado con el número 51, mientras en los tendidos se respiraba una sana competencia y se deseaba suerte. Bien plantado, el Domecq se mostró cumplidor con los rodadores en la plaza Mayor y partió hacia las calles donde tuvo movilidad y metió riñones en las talanqueras, incluso llegó a romper una puerta en la calle Mayor.
El Aldeaquemada, que tenía el cometido de cerrar la última tarde de feria, fue recibido por César Palacios con sendas rodadas para salir a la calle San Joaquín. Ya en La Picaora Castillejo, marcado con el número 36, dio un susto a uno de los pocos aficionados que lo rodaron sobre la arena, cites con los que se empleó también en la plaza Mayor. Se dejó ver por las diferentes calles donde protagonizó momentos vibrantes.
info. El Periódico Mediterráneo
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