Hay arte que va más allá de un papel o de un lienzo. Que traspasa lo tangible. Que se dibuja y, al mismo tiempo, se borra en el aura que enmarca la vida y la muerte, a toro y torero. Ese arte, el del toreo a cuerpo limpio, volvió ayer a Almassora en la sexta jornada taurina de Santa Quiteria en la que se dio suelta a tres toros de Domínguez Camacho, Toros de El Torero y Guadaira.
A Borja Gimeno le brotó la sangre morada, que no la roja ni la azul, que por herencia familiar le corre por las venas. El de la peña El Trasto, ente que ayer patrocinaba el tercero de la tarde, se puso en torero a la salida de Levantisco, de Guadaira, con el que habló de tú a tú en los medios de la plaza Mayor. El ejemplar, que no daba muchas garantías en los primeros compases de su lidia, sí tuvo momentos destacables en la Picaora, donde se arrancó alegre a los quiebros de rodadores como Fresi, Ismael, Richard o Patricio.
Precisamente la asociación que aúna a los cadafals de dicho emplazamiento, la ACT la Picaora, financió el segundo del cartel. Lugano, nº 41, de El Torero, tomó posiciones en la arena y puso en un ¡ay! al respetable con el ajustado quiebro de Toni Claverías sobre la arena del recinto. La exhibición de este animal estuvo marcada por una lesión en los cuartos traseros de la que se resentía y que le llevaba a resbalar sobre el asfalto de las calles, por las que se dejó ver el negro listón.
Sinfonista, el Domínguez Camacho que abría cartel, no entendía de partituras ni de notas. Marcado con el número 26 fue recibido por Raulillo, de El K-nut, peña que junto a El Desfase, Les Pitufes y la Kely, apostó por él. El toro clavó sus pezuñas en la esquina de la calle San Cristóbal --quizá atraído por el olor a allioli del casal de El Perico, donde se realizaba el popular concurso-- y allí se quedó. Cerrados los chiqueros, la fiesta continuó en los casals y, ya por la noche, en el Recinte Fester.
Informa: Patricia Rodríguez
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