Los aficionados a la fiesta llevan la etiqueta de ser toristas o toreristas dependiendo de sus preferencias ganaderas. La rivalidad, que da mucho juego en los corrillos taurinos, bajó ayer a las calles de Almassora en la segunda de feria de la Mare de Déu del Roser de la mano de un cartel con el hierro de Ana Romero (encaste Santa Coloma) y Toros de Parladé (Gamero Cívico-Juan Pedro Domecq). K-nut, Kelly y Pitufes, tras varias fiestas sin que les sonriera la fortuna, se pusieron la divisa 'torista' en el pecho con los colores de Ana Romero, paja y celeste. Un hierro al que, como a las peñas patrocinadoras, no le ha importado salirse de la moda, la de los juampedros, y ha mantenido en el tiempo la fisonomía de los ejemplares de santacolomeños. Así, Culimato, en el tipo de la casa, mostró desde su salida esa 'chispa' que se busca tantas tardes y que se da por 'desaparecida' tantas otras. Buenas vibraciones pues tras el recibimiento de Raulillo para los tendidos de la plaza Mayor, a la que ya no volvió hasta última hora. El ejemplar, tras recorrer las calles del recinto, se aposentó en La Picaora, donde respondió a los cites e hizo hilo hasta barrotes. En el final de su lidia su comportamiento fue más reservón tras desarrollar sentido.
El encaste Domecq, al que los toristas tienen entre ceja y ceja, volvió a la Vila con el segundo de la tarde, de Toros de Parladé. Conejo, de El Rollet, L'Emboscá, La Fuga, La Travessa y l'Arstiste, se presentó en la arena de La Picaora con brío. A su llegada a la plaza Mayor, entró a numerosos quiebros y recortes con buen son, quizá demasiados teniendo en cuenta sus reiteradas caídas a la salida de cada envite. Por ello, se apostó por sacarlo de nuevo hacia las calles; sin embargo, el astado se plantó sobre el asfalto de los viales adyacentes a la plaza hasta que fue encerrado.
texto. Patricia Rodríguez
fotos. Toro Digital
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