Todavía tenía el corazón acelerado y la respiración agitada. Lo había hecho antes cientos de veces pero el subidón de adrenalina no desaparece jamás y, como dice un compañero suyo, 'esto es como una droga, engancha mucho'. Sebastien Decarnelle va más allá, 'después de un encierro te sientes como si hubieras hecho el amor'. Es corredor pero sus orgasmos, en este caso, están en los pies. Decarnelle se recorre la geografía hispanofrancesa en búsqueda de encierros que correr y lo hace como miembro de la organización 'encierro Tethiou'. En este caso, Sebastián de los Reyes había hecho de anfitriona a este apasionado francés por una tradición que nació hace unos 800 años.
Correr un encierro no lo hace cualquiera. La gran mayoría de los participantes en la conocida como 'Pamplona la chica' ya lo habían hecho alguna vez antes. Uno de los más veteranos es mujer y lleva 27 años haciéndolo. Maripaz dice que sus trucos son dormir mucho y no beber nada y después, lo más importante, 'el respeto sobre todo a los que corren', apuntaba. Un respeto casi reverencial que sienten unos por otros y que se vislumbra en los saludos entre ellos minutos antes de iniciar la carrera. Esteban, otro de los veteranos, premio a la mejor carrera en el tramo inicial en 2010, llega apenas unos minutos antes de que estalle el petardazo, '¿para qué pasar miedo más tiempo?', decía.
Porque miedo se pasa, y nervios, e impaciencia. 'Pero una vez comienza se olvida todo', comentaba un corredor. Calentamientos iniciales y besos a los amuletos, pañuelos, rosarios,... Después, te calas esa gorra que trae suerte, te ajustas la banda de la cintura que te ha acompañado en todas las carreras y rezas o deseas que la carrera sea limpia, que no se cruce mucha gente y, sobretodo, que no haya muchos borrachos.Sebastien dice que los encierros de San Sebastián, los segundos de España, acumulan más gente que sabe correr que los de Pamplona. Sus compañeros comentan que 'haberlos haylos' pero discrepan en su incidencia. Uno los coloca en primer lugar del peligro, otro los pone segundos porque 'los que hacen daño son los toros'.
¡Pum! suena la señal, se abre la puerta de los corrales y comienza el encierro. Los primeros corredores inician la carrera mientras en el resto de partes deun recorrido de poco más de 800 metros se ven a corredores saltar para intentar ver cuándo se acercan los toros. A los expertos, y nunca mejor dicho, no les pilla el toro y suelen saber muy bien cómo moverse y colocarse para disfrutar de la carrera. Los noveles, como el que llevó en sus carnes una mini cámara de La trinchera para intentar transmitir la emoción de un encierro, suelen tener más problemas. Dylan, australiano, salvo el pellejo por poco gracias a que consiguió introducirse entre los tablones de la valla de protección.
No siempre se salva uno de la cogida, caída, golpe o similares. Es un riesgo inherente a la actividad. Sebastien lo sabe más que bien. Fracturas en el pie, pubis y muñecas; esguinces, brechas en numerosas partes de su cuerpo e, incluso, varias pérdidas de conciencia debido a golpes. 'Al que le gusta, sigue corriendo', explicaba el francés. Al que no, se retira. Como lo hizo Victorino Martín hace 50 años de los encierros. No como corredor si no como ganadero. Este año ha vuelto por la puerta grande. Puerta por la que termina un encierro que no suele durar más de dos minutos que a muchos se le hacen eternos y a otros muy cortos. A punto de terminar estas fiestas, Sebastien ya se va en búsqueda de otra dosis de adrenalina, de pasión, de... ¿sexo?.
Info. Blog La Trinchera
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